septiembre 12, 2011


"Cuando la vio por primera vez era sábado. no hacía frío y pese a todo le temblaron las pupilas. agarrado a la manita de su madre para no caerse en el autobús, pensó que era la niña más bonita que había visto nunca.
volvió a verla un viernes, un miércoles, y casi sin darse cuenta ocurrió. transcurrieron mil otoños, uno tras otro, sin que el tiempo menguase ni un ápice esa primera impresión.
sin embargo, la última vez que la vio era lunes, el día más feo de la semana. esta vez sí que hacía frío. llovía, y no pudo menos que fijarse en las gotas de lluvia en sus pestañas. sonrió al ver las pequeñas arrugas que la risa había depositado alrededor de sus ojos. sin llorar, para que no lo vieran sus nietos, se despidió susurrando: no dejaste nunca de ser la niña más bonita que he visto nunca. y supo, sin lugar a dudas, que era casi más cierto que aquella primera vez en el autobús".

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